Consecuencias, esa gran palabra.

Cuando ví el vídeo hace ya un tiempo pensé en la frase de B. Brecht «Qué tiempos seran los que vivimos que es necesario defender lo obvio». De hecho, últimamente esta frase me viene a la cabeza con bastante frecuencia.

Lamentablemente la realidad a menudo acaba superando a la ficción, y recientemente esta realidad ha tenido las consecuencias más graves imaginables: una mujer se ha suicidado por la difusión de un vídeo sexual íntimo entre sus compañerxs de trabajo.

Y casi es tan nefasta la noticia en sí, como el tratamiento mediático, opiniones, juicios, y comentarios de personajes y personajillos que Sigue leyendo

¿Hay vida después de la Navidad?

Cuentan que sí, está por ver estos días; pero si crees que tu vuelta al trabajo después de la navidad es dura, ni te imaginas la vuelta al cole de lxs peques.

A medida que se acerca el final de las vacaciones, y quizás como un modo inconsciente de irnos haciendo a la idea, empezamos a recitar cual mantras frases como “Lo que necesitáis son rutinas”, “Qué ganas tengo de volver a la normalidad” o “Qué bien nos va a venir la vuelta al cole”.

Y seguramente todas son ciertas, tampoco soy yo quién para juzgarlo. Pero sí me gustaría hacer una reflexión, una reflexión empática podríamos llamarle, sobre lo que supone realmente para las niñas y niños la vuelta al colegio después de las vacaciones de navidad.

Viene a ser algo así como acostarte una noche, tras 15 días siendo el Rey de la casa, colmado de atenciones y obsequios, chutadísimo de azúcar y adrenalina, y sin apenas normas que acatar; y despertarte al cabo de pocas horas, de buena mañana, que te vistan, te desayunen, te pongan una mochila, te arranquen de cuajo la corona y ¡ale!, al cole, que ya era hora.

08-01-2019 15-29-46     Pobrecitxs, entran por la puerta de las aulas desolados: muertxs de sueño, con mono de azúcar, destronadxs y sin entender qué ha sido de sus lujosas vidas de las que tan sólo hace unas horas disfrutaban. Sigue leyendo

¿Cómo lo hacían nuestras abuelas?

Hoy quiero compartir una inercia que observo desde hace años en mí día a día trabajando con familias y que me entristece: cada día sufrimos más y disfrutamos menos la educación de nuestr@s hij@s. Vivimos en la “sociedad de la información y la comunicación”, tenemos a nuestro alcance todos los conocimientos del mundo, y el acceso a ellos nunca había sido tan fácil; pero a pesar de ello nos sentimos más inseguros y perdidos que nunca. ¿Cómo es posible?

En este punto siempre me gusta hacernos la misma pregunta: ¿Cómo lo hacían nuestras abuelas? Sigue leyendo

Navidad, juguetes y sentido común. ¿Es posible?

¿Es posible poner orden y controlar la situación para que no se desborde?

Aquí va un pequeño kit de supervivencia para estas fiestas.

Es posible, es nuestro deber, y es una gran oportunidad para seguir educando y transmitiendo valores a los más pequeños.

 

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En el momento de escoger los juguetes debemos pensar en cómo son nuestros hijos, sus gustos y preferencias, pero sobre todo en sus necesidades.

Me permito dos reflexiones. La primera sobre cuáles son las necesidades reales de los niños según su edad y circunstancias, y cuáles son necesidades innecesarias para ellos, pero que les creamos nosotros desde nuestro mundo adulto, condenándoles a cargar con ellas a partir de ese mismo instante.

La segunda sobre la conveniencia de satisfacer todos sus deseos y demandas sin ningún tipo de restricción. Podemos –caso de que podamos realmente- comprar todo lo que nos pidan; o podemos por ejemplo proponerle que escoja entre varias opciones. Porque “no siempre podemos tener todo lo que queremos “, “hay muchos niños en el mundo y hay que repartir, o cuando ya son más mayores “no podemos gastarnos tanto dinero y debemos escoger qué es lo que más nos gustaría tener”. De esta forma estaremos trabajando su independencia y responsabilidad en la toma de la decisión, su generosidad, la tolerancia a pequeñas frustraciones, y además seguro que el regalo escogido tendrá un valor mucho más especial.

13-12-2015 13-37-32Organización familiar: Cada casa y cada familia tiene sus rituales y tradiciones. Podemos respetar dichas tradiciones y al mismo tiempo poner un poco de orden. La consigna sería valorar la calidad sobre la cantidad, es decir: a menos juguetes más ilusión. Los adultos nos podemos poner de acuerdo sobre la cantidad o calidad de los regalos, hacer regalos conjuntos…. Ya que siempre será mejor menos y bien escogido que mucho e improvisado.

Valores de consumo responsable: Para los niños son unas fechas muy especiales y las viven con mucha ilusión. Las tradiciones culturales, reuniones familiares y personajes mágicos suelen venir acompañados de una lluvia de regalos y juguetes que inevitablemente inunda todas las casas habitadas por niños.

Es un buen momento para enseñar a cuestionar el valor que damos a las cosas, apreciar las ventajas de la calidad frente a la cantidad, y fomentar una visión crítica de la publicidad y del consumo en general.

El “buen juguete”, para serlo, ha de Sigue leyendo